La Constitución Europea a la que se nos sometió a aprobación, es una buena Constitución, fundamentalmente, porque representa un factor de unidad y cohesión en Europa y nos permite adoptar el nuevo y maravilloso concepto de ciudadanía europea. Esta identidad nos eleva por encima de nuestras propias nacionalidades individuales y nos proyecta en una nueva dimensión nacional más amplia, más completa, mejor y más solidaria. El autor es académico numerario de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.
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