Avellaneda conocía perfectamente la zona cercana al zaragozano pueblo de Ibdes, localidad natal de Jerónimo de Pasamonte, así como las imágenes que hoy en día aún se conservan en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Ibdes, y se inspiró en dicha localidad y en sus alrededores para crear los principales escenarios aragoneses del Quijote apócrifo, sugiriendo cuál era su verdadero lugar de origen.
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