Este articulo forma parte de la veintena que integran el libro que con el mismo titulo está escribiendo su autor a imagen y semejanza de los que en otros siglos se publicaron con la esperanza de que sirvieran para incitar el ánimo de sus lectores en orden a mejorar su condición y conducta profesional y pública.
En él se hacen diversas consideraciones sobre cómo debe comportarse el político en las distintas formas de esa institución social que conocemos con el nombre de tertulia, si es que a ellas acude, lo que el autor le aconseja.
Es bueno que el político diga en público lo que sabe, si no perjudica a nadie, para divertirse o para ver la reacción que provoca. No debe hablar por hablar, ni abatir a sus contrarios; ni ser fanfarrón, ni pecar de tímido; ni abusar de su presencia, ni rehuir tema alguno.
En resumen, se le aconseja que resplandezca, brille y alegre cada una de las tertulias a que asista.
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