En el Pirineo se ha producido en las últimas décadas una importante transformación paisajística como consecuencia de los cambios de gestión. La dinámica de los cambios ha estado presidida por un aumento de la naturalidad, basada en el incremento de las áreas de matorral y bosque. El paisaje cultural, mantenido por el hombre durante el sistema tradicional, derivó hacia un aumento de la diversidad como consecuencia de la compartimentación de las unidades de paisaje existentes. En las últimas dos décadas la tendencia ha sido la contraria, con un incremento de la homogeneidad y continuidad paisajística al producirse un dominio general de las masas boscosas. Se discute acerca de los efectos producidos por la transformación del paisaje.
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