Muchos adultos, sobre todo ex-militantes, critican a las nuevas generaciones por su supuesta falta de compromiso. Aquí se sostiene que, antes de formular cuestionamientos sentenciosos, conviene poner las cosas en contexto: los profundos cambios políticos, económicos y culturales de las últimas décadas transformaron los modos de participación juvenil. Lo que antes era visto como un espacio de sacrificio, utopías y disciplina se percibe hoy como un lugar de diálogo cara a cara, una posibilidad de obtener resultados concretos donde entran también el juego y la diversión.
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