Muchas zonas de Europa se han caracterizado en los dos últimos siglos a través de la actividad industrial. Los edificios industriales son tanto el testimonio del desarrollo económico y social como la expresión de la identidad regional. Conservándolos y haciendo de ellos algo útil para la población se consigue mantener vivo un importante aspecto de la historia europea, creando una base potencial para un nuevo desarrollo económico y regional. El patrimonio industrial ofrece muchas oportunidades como recurso turístico y hay muchos ejemplos al respecto en Europa: museos, centros culturales y de interpretación se han abierto en viejas fábricas ya abandonadas.
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