Sintetizar el pensamiento de Álvaro d¿Ors (1915-2004) en un puñado de hojas no es tarea fácil. Su riqueza conceptual y variedad temática lo dificultan sobremanera. Sentía, sin embargo, el deber de hacerlo por haber conocido de primera mano, en la Universidad de Navarra, durante veintitrés años, las brillantes aportaciones de este gran maestro español del siglo XX a la cultura occidental. A lo largo de su fecunda vida, Álvaro d¿Ors escribió varios millares de páginas, no pocas de las cuales permanecen inéditas. En conversaciones familiares, con la ironía que lecaracterizó, solía afirmar que, para él, escribir era como un ¿tic¿. Y no le faltaba razón. Este arte de convertir las ideas en letras estaba tan incorporado a su propia vida, que jamás pudo abandonarlo, ni siquiera en épocas de enfermedad. Sólo así se explica la cantidad, regularidad y extensión de sus publicaciones, que comenzaron en 1939, recién licenciado en Derecho tras la guerra civil española, con una breve nota sobre la ¿Tabula patronatus¿ de Badalona, para la revista Emerita, y no se interrumpieron hasta el año de su muerte, en Pamplona, el 1 de febrero de 2004.
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