Valle-Inclán aprovechó la negativa de los comediantes Guerrero-Mendoza ante la petición de montaje de Voces de gesta en Pamplona, en 1912, para reclamar una explicación sobre la ausencia de la obra dentro del repertorio de la Compañía. La justificación ofrecida legitimó la ruptura con la agrupación, cuyos criterios artísticos diferían de los del autor. Este incidente excitó la autonomía de la dramaturgia del escritor, integrando el código escénico en su arte literario, independiente de cualquier servilismo teatral.-- Este trabajo puntualiza también la relación entre dramaturgo y Compañía, los problemas con su director, Fernando Díaz de Mendoza, y el proceso que desembocó en la lectura de la pieza, al tiempo que presenta textos olvidados de Valle-lnclán
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