En la década de los 60 del pasado siglo culminó un proceso de aproximación de la Iglesia católica española a la psicología científica coincidiendo con los tiempos de renovación impulsados por el Concilio Vaticano II. En este contexto creció la inquietud por determinar qué posibilidades ofrecía la psicología a la Iglesia en la tarea de seleccionar los candidatos al sacerdocio y la vida religiosa. Julián Ibáñez y Sabino Ayestarán se destacaron por sus análisis y propuestas, que estudiamos en el presente trabajo.
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