El objeto de este artículo es tratar de demostrar que las justificaciones de la necesidad del Estado basadas en la ciencia económica no pueden ser sostenidas. Ni las externa lidades ni los fallos del mercado son suficientes para justificar la intervención estatal. Ésta tendró que recurrir a argumentos extraeconómicos basados en la tradición, el miedo o la historia para justificarse, pero no a la ciencia económica.
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