El artículo plantea una nueva realidad que cada vez más se presenta a los profesionales de la salud, la diversidad sexual, emocional, afectiva, los nuevos modelos de familias, etcétera, y presenta estrategias de intervención para que determinadas actitudes y prejuicios sociales no resulten elementos marginales. El texto propone unas líneas básicas a seguir en la atención global (padres e hijos) para que no queden de lado los derechos fundamentales de la persona, en este caso del niño. Los profesionales no pueden mantenerse al margen de estas nuevas realidades que surgen de la diversidad sexual y social.
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