El artículo describe, en primer lugar, la situación de la economía china desde la puesta en marcha del ambicioso plan reformista en 1978. Los efectos beneficiosos de dicha reforma que se resumen en un elevado crecimiento económico y una mayor liberalización y apertura exterior, no han estado exentos, sin embargo, de elevados costes entre los que destacan la fuerte intensificación de las disparidades regionales de la renta que están generando unas corrientes migratorias incontroladas desde las zonas rurales interiores más pobres hacia las prósperas zonas costeras. Este hecho se agrava considerando el aumento del desempleo y la existencia de millones de trabajadores desprovistos de toda protección social. En segundo lugar, se repasan las principales causas de la desaceleración de la economía china y de la inestabilidad social en los últimos dos años. Por último, se concluye que si bien la reforma económica ha permitido un crecimiento espectacular de la economía, es necesario que China dedique mayores esfuerzos a la consolidación de su desarrollo profundizando en la reforma de aspectos microeconómicos que serán, en definitiva, los que permitan elevar el nivel de renta per cápita de la población y generar un mayor nivel de bienestar.
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