El acceso diferencial a los recursos para que los individuos se piensen y actúen como tales se erige en una fuente de desigualdad fundamental en las sociedades complejas. Así pues, la reflexión sociológica acerca de la desigualdad en nuestros días debe enriquecer su análisis de la distribución desigual de los recursos materiales y de los derechos de ciudadanía según clase social, raza o género, con la consideración de la capacidad que tienen los individuos para ejercitar la autonomía individual y realizarse como personas. Lejos de sucumbir a la fragmentación individualista, las posibilidades crecientes de individualización activan y refuerzan el de por sí frágil vínculo social en unas sociedades basadas en la información
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