Prevención primaria. La prevención de la arteriosclerosis pasa en primer lugar por identificar a los pacientes de alto riesgo; en nuestro país, estos sujetos son aquellos que ya han tenido un episodio isquémico, los diabéticos tipo 1 con microalbuminuria o diabéticos tipo 2 y aquellos que alcancen un riesgo de muerte vascular en la puntuación SCORE de más del 5% a los 10 años.
Medidas no farmacológicas. Enmarcadas dentro del concepto de estilo de vida saludable, son la base de la prevención de la enfermedad y cuentan con grandes ventajas: se pueden aconsejar a toda la población, incluida la infantil, las medidas son baratas, no tienen apenas efectos adversos y han demostrado su eficiencia a través de ensayos clínicos y estudios epidemiológicos.
Dislipidemias. Las estatinas son el grupo terapéutico de elección en el tratamiento de la hipercolesterolemia y de la arteriosclerosis. La dosis depende del fármaco elegido, la gravedad de la hiperlipidemia y del objetivo terapéutico, además de otras consideraciones farmacocinéticas.
Diabetes mellitus. A los pacientes diabéticos se les debe tratar de forma más enérgica las elevaciones de los lípidos y de la presión arterial que a los sujetos no diabéticos, ya que son estos dos factores los que más predisponen a la enfermedad macrovascular. Respecto del control glucémico, tienen preferencia los hipoglucemiantes orales que reducen la resistencia a la insulina.
Hipertensión arterial. Varios grupos terapéuticos para el control de la hipertensión arterial son eficaces en reducir la morbilidad y mortalidad vascular; la elección del hipotensor está condicionada por las comorbilidades.
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