Este artículo quiere poner de manifiesto que el atributo esencial de la justicia para Pedro Dorado Montero, penalista salmantino, cuyas raíces ideológicas arrancan del krauso-institucionismo de Giner de los Ríos y del anarquismo de tipo tolstoyano, no es la "alteridad", característica de la tradición filosófica, sino el "egoísmo", debido a que cada individuo, al obrar de un modo inteligente, persigue sus propios fines, amoldando a la consecución de éstos los seres y fenómenos naturales a través de la creación de un orden mental que objetiva, convirtiéndolo en una verdadera "ley arquetipo", a la que adecua su conducta y querría que lo hicieran también los otros y las instituciones todas
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