La niña, el niño, se salta las reglas y los tópicos en su aproximación al mundo. Malaguzzi apunta que el pequeño, como los artistas, es capaz de ir más allá, de dotar de nuevo significado lo que le rodea. En sus ojos, se lee la sorpresa de lo nuevo, cargado de posibilidades, inédito. Hay, en consecuencia, una propuesta estética, a la que hay que abrir la escuela con una educación que supere los cánones establecidos y el aburrimiento, que permita elegir, construir nuevas combinaciones. Una educación transgresora.
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