El cáncer de vejiga es el segundo tumor maligno más frecuente del sistema urinario. El 93% de los tumores vesicales son carcinomas de células transicionales, siendo la hematuria sin dolor la forma más común de presentación. Una vez que se ha diagnosticado el cáncer de vejiga, este debe ser estadificado, por lo que la diferenciación entre tumor superficial y tumor invasivo es determinante.
Existen métodos de diagnóstico por imagen no invasivos que tienen una alta fiabilidad diagnóstica, permitiendo una estadificación local y de la diseminación metastásica linfática o hematógena.
En el caso de que el tumor sea infiltrante se procede a realizar una estadificación mediante tomografía axial computarizada (TAC), por su mayor disponibilidad con respecto a la resonancia magnética. La TAC nos proporciona información de la extensión local hacia la grasa perivesical y órganos vecinos, también permite la valoración de adenopatías y metástasis a distancia.
La resonancia magnética (RM) es la prueba de imagen con mayor precisión diagnóstica para la estadificación locorregional; aunque presenta el inconveniente de su menor disponibilidad y que requiere un mayor tiempo de adquisición de las imágenes, por lo que no se utiliza de forma estándar en la mayoría de los centros.
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