Existe una creencia generalizada entre la clase política empresarial y europea sobre la imposibilidad de competir con los nuevos países industrializados, que tienen costes laborales muy inferiores a los observados en Europa, tanto en el componente salarial como en el no salarial. El objetivo de este artículo es demostrar que este excesivo temor por el dumping social, ni está totalmente justificado ni tampoco está contrastado por las cifras económicas de las que disponemos.
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