La improvisación musical aún desde la fase inicial puede llevar a la creación de estructuras de pensamiento peculiares así como contribuir al desarrollo de la capacidad de abstracción en los alumnos que inician sus estudios de piano en el conservatorio a la edad de ocho años. Se trata de dotar a la enseñanza de la Música de un carácter creativo, activo y dinámico, y para ello es preciso que el pedagogo se base en la nueva idea humanista de inteligencia, la percepción a través de los sentidos, las emociones, la personalidad y la capacidad de crear imágenes mentales. La actividad improvisatoria, además de suponer una exploración del instrumento servirá de vínculo para establecer una relación entre la persona y la música, porque improvisar es lo más próximo al habla en el lenguaje común. La finalidad última debe ser la creatividad: para transformar y mejorar, para la invención original auténtica y como síntesis de las capacidades intelectuales.
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