Basta un breve recorrido por los museos más importantes del mundo para caer en la cuenta de que el arte occidental ha estado estrechamente unido a la transmisión de experiencias trascendentales, de contenido fundamentalmente cristiano. De hecho, como ha estudiado Gombrich, la evolución técnica y estética de la pintura es proporcional a la expresión más eficaz de este mensaje. Hoy esta función catártica la cumplen de modo admirable los nuevos lenguajes figurativos, que han tomado el relevo de las artes tradicionales en la función dramática de involucrar al espectador con los grandes temas de la filosofía y la religión.
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