Antonio Rodríguez de las Heras Pérez
Hasta hace poco, los espacios seculares para la transmisión del conocimiento se concretaban en el espacio arquitectónico del aula y en el de lectura de la página. A estos dos espacios se ha sumado ahora un tercero: el de la pantalla electrónica, que debemos incorporar al mundo de la educación respetando algunas reglas básicas que nos permitan obtener de él el máximo rendimiento.
Se trata, por un lado, de descubrir y explotar las acciones imposibles de realizar en los otros espacios, y, por otro, de reajustar las actividades tradicionales a las características del nuevo medio.
La tecnología ha llegado, la creatividad tiene que colonizarla.
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