El herpes zoster está producido por la reactivación del virus varicela-zoster que permanece latente en los ganglios de las raíces posteriores de la médula. Tiene una incidencia en torno a 3 casos por cada mil habitantes y año, y aumenta con la edad. Afecta preferentemente a los dermatomas torácicos y la aparición de la lesión típica eritematovesicular que sigue una distribución metamérica permite hacer el diagnóstico de herpes zoster. La localización en conducto auditivo externo y primera rama del trigémino son especialmente peligrosas por la posibilidad de que aparezcan complicaciones óticas u oculares.
La complicación más frecuente en la neuralgia del trigénimo es más probable en personas de edad avanzada, cuando la fase preeruptiva es más prolongada o el dolor más intenso. Los objetivos del tratamiento del herpes zoster son controlar el dolor más intenso y el resto de los síntomas en la fase aguda, acortar la duración de la enfermedad, prevenir la aparición de complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética (NPH), tratar las complicaciones y prevenir el contagio.
Los antivirales orales constituyen la medida más eficaz para prevenir las complicaciones. La eficacia en la prevención y tratamiento de las mismas, la comodidad de administración y la experiencia con su uso hace que valaciclovir sea la primera alternativa a considerar al elegir el antiviral que debe administrarse.
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