Mientras nos asamos en lo más álgido de la canícula y aumentamos las emisiones de CO2 con el trajín de los coches y acondicionadores a tope, ayudando a atizar el horno, los temas energéticos pasan de calientes a abrasadores tanto a nivel local como global. Es ya muy urgente que la UE salga de su perpleja atonía con medidas a la altura del desafío.
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