En este artículo se argumenta que los cambios introducidos en el sistema legal español entre 1812 y 1868 no provocaron el fin de la sociedad corporativa, al menos en lo que se refiere a las prácticas sociales de las elites. El argumento se basa en el análisis de la dimensión cultural de las formas de reproducción social adoptadas por cuatro familias históricamente conocidas por su compromiso con el liberalismo (Cabarrús, García de León y Pizarro, Alcalá Galiano y Sáinz de Baranda). Lo que se ha encontrado es una constante contradicción entre lo que sostenían públicamente y la manera en que percibieron y articularon su vida privada. Mientras que públicamente defendían el valor del mérito personal y la igualdad de oportunidades, en lo privado fomentaron el nepotismo y el patronazgo como mecanismos básicos de promoción social. Este artículo explora las razones por las que se producía esa ambivalencia y sus implicaciones para un nuevo entendimiento de las dinámicas de cambio histórico a lo largo del siglo XIX
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