Leo con agrado la colaboración ¿Educar no es proyectar¿ que publica mi admirado Javier Aranguren en Nuestro Tiempo; el mismo con el que le escuché cuando, valientemente, defendió estas ideas en unas Jornadas Internacionales sobre el papel de la Escuela en la Sociedad de la Información. Tuve la tentación de debatir con él, pero la prudencia y, por qué no reconocerlo, lo avanzado de la mañana me echaron atrás. Ahora, con la tranquilidad que dan la pantalla y el teclado, y la posibilidad de leer y releer lo escrito, corregir y perfeccionar, intentaré rebatir algunas de las ideas que allí se apuntan y dar mi opinión al respecto.
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