Educada integralmente bajo premisas del ideario pedagógico libertario, Federica trató de aplicarlo durante su larga vida a su labor como propagandista y escritora, como militante y como mujer. Se puede decir que esta fidelidad fue para ella una auténtica obsesión. Últimamente se nos recuerda con insistencia que fue la primera mujer ministra, pero con frecuencia se suele ignorar que antes que nada fue una mujer que creyó y luchó por una revolución.
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