El ritmo eléctrico que provoca la mayoría de los casos de muerte súbita es la fibrilación ventricular (FV), y la única medida efectiva para restablecer la circulación espontánea consiste en la administración precoz de una descarga eléctrica (desfibrilación). El tiempo supone un factor fundamental, puesto que las posibilidades de supervivencia son prácticamente nulas si la desfibrilación se aplica pasados 10-12 minutos. Por ello, en los últimos años se ha promovido el uso de los desfibriladores externos semiautomáticos (DES).
Estos aparatos, pequeños, de bajo coste y sencillos de manejar, están diseñados para que la primera persona que detecte una parada cardiorrespiratoria (PCR), sea facultativo o no, pueda desfibrilar.
Teniendo en cuenta que en nuestros hospitales enfermería se encuentra junto al paciente las 24 horas del día, resulta el profesional más adecuado para utilizar estos aparatos con un aprendizaje y entrenamiento mínimos que le cualifique y autorice para ello.
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