El crecimiento espectacular de la actividad laboral femenina, que se remonta a comienzos de los años sesenta, es un mar de fondo que nadie había previsto en ese tiempo y que nadie ha parado desde entontes -ni la precariedad del empleo, ni el descenso del crecimiento económico, ni el aumento del desempleo masivo y estructural. En el terreno económico, la paridad existe, cuantitativamente, al menos. Pero no rima con igualdad, y el problema radica ahí. La feminización de la población asalariada no ha desembocado en un retroceso de la distancia entre empleos masculinos y femeninos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados