Han venido rompiéndose lanzas, a propósito del Primer Discurso, en pro de su carácter racional-argumentativo-crítico (como "lúcido" criticismo radical preludio de otros criticismos radicales posteiores), y en contra de la apreciación del Discurso como pura e ingenuamente intuitivo-prerromántico, exaltador sensiblero del espontáneo y feliz "hombre natural" frente al corruptor artificio de la Cultura... Tal vez aquí habría que distinguir. Por una parte, el valor genérico del conjunto de la obra de Rousseau para el establecimiento de cierta conciencia crítica, a su vez genérica, de la idea de Progreso (un valor histórico, como influencia operante hasta nuestros días); por otra parte, el estricto mérito intelectual del Primer Discurso,considerado en sí mismo. Respecto a esto último, y pese a los sutiles esfuerzos de algunos por salvar la retórica de ese texto como si se tratara de una perspectiva crítica rigurosa y profunda, creo que ése es un empeño sin mayor esperanza, si se nos perdona la rudeza de la expresión, parece difícil redimir ese concreto Primer Discurso rusoniano de su carácter más o menos majadero.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados