Los repintes pueden adulterar en gran medida la imagen verdadera de una pintura, ofreciendo una apariencia desfigurada que termina considerándose como verdadera. De ahí se desprende la importancia de su eliminación durante los tratamientos de restauración y la neceisdad de efectuar les estudios científicos de que disponemos hoy, para conocer estos cambios en aquellos casos en que la supresión de los añadidos no sea procedente. Se analizan aquí dos cuadros del Museo Lázaro Galdiano que ilustran perfectamente estas situaciones: el "Retrato de Doña Inés de Zúñiga, Condesa de Monterrey", obra de Carreño de Miranda, y el boceto preparatorio para un "Retrato de Fernando VII" que Vicente López pintó para el Ayuntamiento de Valencia.
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