El libro IV de los "Anales", considerado por Paratore como el libro fundamental en la economía y en el desarrollo de la historiografía taciteana, contiene, en su primer capítulo, el mejor retrato que Tácito dibujara para sus lectores, el de Elio Seyano, omnipotente y ambiocísimo ministro de Tiberio; este retrato es la prueba de su genio literario, y de su capacidad de reflexión como historiador.
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