De todos los lenguajes posibles, el televisivo es el que más violentamente irrumpe en la construcción de una realidad que, aún no siendo verdadera, se ofrece como perspectiva fiable al espectador. El Mito de la Caverna, que sirviera a Platón para explicar la ceguera del hombre ante una realidad construida, sigue aún hoy vigente para ilustrar el sometimiento voluntario del espectador a un encadenamiento perceptivo. La televisión crea la realidad, tanto al ofrecerla aparentemente intacta, como al manipularla. Y el espectador, en comunión con esta construcción, la incorpora a la casi totalidad de su conocimiento.
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