Después de más de una década de la instalación y funcionamiento de los instrumentos de evaluación de logros de aprendizaje, de medición de resultados y de extensión de la aplicación de las mediciones internacionales, el autor opina que ha llegado el momento de evaluar a los evaluadores.
Las razones que justifican este ejercicio son muy diferentes, pero se apoyan en el hecho de que los resultados que muestran los sistemas de evaluación parecen ser bastante insensibles al esfuerzo realizado por las transformaciones educativas.
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