Al igual que en el resto de las monarquías occidentales, la hacienda real de Navarra tuvo, desde al menos los primeros decenios del siglo xv, en los impuestos indirectos el principal sostén de sus recursos. Las "buenas villas" del reino, como enclaves urbanos de primer orden, sirvieron de soporte esencial en esa nueva fiscalidad, basada esencialmente en el tráfico de mercancías y en el consumo interno. Un buen ejemplo es el que aquí se ofrece, referido a la capital de la Ribera y en el bienio central del siglo xv. Después de analizar los precedentes de las imposiciones indirectas, se presentan estos singulares materiales de contabilidad financiera, contenidos en el registro 481 del Archivo General de Navarra (AGN) y cuyo detalle númerico se incluye en los seis cuadros del anexo. Cabria destacar, entre otras cuestiones, la madurez alcanzada en el sistema de arrendamientos y en los diversos mecanismo de percepción. Sin olvidar la delicada situación que vive en país, sometido a una especie de esquizofrenia fiscal, dado que las asambleas representativas del reino, las cortes, se veían obligadas a conceder ayudas por separado al rey y a su hijo, el Príncipe de Viana.
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