El "Tratado por el que se establece una Constitución para Europa",firmado por los Jefes de Estado y de Gobierno en Roma el 29 de octubre de 2004, constituye un hito en la historia de la integración europea. Cabe, por ello, preguntarse en qué reside su aportación, cuál es su especial valor añadido de cara a la ciudadanía europea. A nuestro juicio, da respuesta a las tres demandas fundamentales que se le presentan a la Unión Europea a comienzos del siglo XXI. Así, da respuesta a la necesaria democratización de la Unión, acercando Europa al ciudadano, adapta los instrumentos de la Unión a la nueva realidad de la ampliación y la dota de los instrumentos necesarios para convertirse en "factor de estabilidad" en la nueva sociedad internacional de la globalización y en "modelo de relación" para numerosos países y pueblos.
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