El testamento constituye el elemento regulador por excelencia de la disposición de los bienes que tanto preocupaban al individuo, no sólo para evitar discordias familiares, las cuales reducían el montante de la herencia y dilataban el cumplimiento de su última voluntad, sino también para poder llevar descargada la conciencia e ir descansado, utilizando la terminología empleada por los testantes. Durante la vida se convenían adelantos de la legítima parterna o materna, pagos parciales de la dote, ayudas para los estudios o monjíos y préstamos interfamiliares que salían a relucir ante la pluma del notario en el momento del óbito para intentar una disposición equitativa de los bienes.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados