Actualmente, nos encontramos envueltos en un proceso de globalización que se encuentra sustentado en un modelo económico que genera valores básicamente individualistas, dejando de lado todos aquellos aspectos comunitarios y grupales. Al analizar nuestra realidad, podremos percatamos de cómo las necesidades sociales generadas por este modelo económico se están multiplicando y están afectando a individuos, grupos y comunidades cada vez más amplias. Estas necesidades son repetitivas y condicionan necesariamente la realidad en estos tres ámbitos. Es por ello que la dimensión comunitaria adquiere un papel relevante en la solución de dichas necesidades, puesto que a través de ella se podrán involucrar las dimensiones individuales y grupales en la búsqueda de alternativas a los problemas sociales con los que convivimos y que nos afectan en nuestra realidad global. Todo ello se logrará con la participación y el trabajo conjunto que permitan generar un tejido social, que se encuentre basado en la cooperación y en la educación, evitando, de este modo, que las necesidades sociales se conviertan en fuente de la marginación social y posteriormente de la exclusión social de determinados individuos, grupos y comunidades.
Es necesario, por tanto, que exista una serie de elementos configuradores que nos permita implementar y generar cambios que nos lleven a la transformación social. Estos elementos no son otros que la información, la participación, la educación, la motivación y la coordinación.
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