Los trabajadores sociales de Urgencias atienden anualmente, aproximadamente, una media de 667 familias de pacientes que ingresan en estado crítico en el box de reanimación, procedentes de la vía pública, de su domicilio o de un establecimiento público. Para muchos de estos pacientes, ni la ciencia, ni la tecnología llegan a tiempo, y frecuentemente se han de dar "malas noticias" a sus familiares. Para muchas familias, la estancia en Urgencias significa un antes y un después en sus vidas. Tanto si hablamos de la pérdida de un ser amado, como si nos referimos a la adaptación que supone enfrentarse a las secuelas que se derivan de un diagnóstico. La ejecución del protocolo exige conocimiento e implicación. A las familias que pasan por estas circunstancias, se les ofrece una intervención humanizada, que a la vez sera profesional y cercana.
El esfuerzo y la implicación que necesita esta intervención repercutirá de manera positiva tanto en las familias, que se han sentido atendidas y comprometidas, como en el mismo profesional, porque al conseguir los objetivos propuestos al principio de la intervención contribuye a mitigar el efecto del tan denominado bournout. Como consecuencia de estos dos hechos, el hospital también sale beneficiado, porque la constatación de la ausencia de reclamaciones o quejas son síntomas de calidad en la atención. Este artículo es la expresión escrita de la experiencia que nos da el día a día como trabajadores sociales, relacionado con "como dar malas noticias".
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