La idea de una acrópolis cultural ilustrada acompasando la urbanización del Salón del Prado en el marco de un proyecto de síntesis entre naturaleza, mitología clásica y saber científico, desarrollado en la segunda mitad del siglo XVIII con la intervención de arquitectos como Juan de Villanueva, José de Hermosilla, Ventura Rodríguez y Francisco Sabatini, experimentaría en las últimas décadas del siglo XIX transformaciones morfológicas y paisajísticas notables. El edificio-museo de Juan de Villanueva, inaugurado como Museo de Pinturas en 1819, se verá aislado de su entorno y ampliado bajo la dirección facultativa de los arquitectos Francisco Jareño y Alarcón y Fernando Arbós Tremantí entre 1875 y 1921, convirtiéndose en una pieza clave del paseo del Prado.
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