El desarrollo turístico en la costa catalana experimentó una inflexión en la década de 1950, gracias a lapromoción impulsada por el gobierno español, así como a sus condiciones físicas y geográficas: el clima,la proximidad con Europa por carretera y la exuberancia de su naturaleza litoral. En las décadas sucesivas,la región advirtió un auge turístico, con la construcción de hoteles, balnearios, urbanizaciones y una infraestructuradiseñada para el ocio de las masas, el sol y la playa. Paisajes como la Costa Brava o la CostaDorada se convirtieron en destinos emblemáticos, para los turistas nacionales e internacionales.En esa misma época también apareció y se consolidó el camping, considerado como una prácticadeportiva derivada del excursionismo. En su origen, el principal objetivo era disfrutar de la naturaleza configurandoun hábitat lúdico y temporal al aire libre. El decreto redactado por el Ministerio de Información yTurismo el 14 de diciembre de 1956 definía el camping como “todo lugar en que habitualmente se instalanmás de tres tiendas o acampen más de 10 personas”. Diez años después, su definición se modificó: “aquellosterrenos debidamente delimitados y acondicionados para facilitar la vida al aire libre, en los que se pernoctabajo tienda de campaña, en remolque habitable o cualquier elemento similar fácilmente transportable”. Enesta nueva tipología de asentamiento turístico, orientada al ocio y disfrute de la naturaleza, se reflejaronlos valores de la arquitectura del Movimiento Moderno de la época.Esta comunicación tiene como objetivo analizar dos campings ubicados en la costa catalana, pococonocidos, pero de gran valor arquitectónico por su integración en el paisaje, la lectura sobre la tradiciónconstructiva y la experimentación sobre nuevos modos de habitar en comunidad. Por un lado, el camping CalaGogó, de los arquitectos Antonio Bonet Castellana y Josep Puig Torné, y por el otro, el camping Toro Bravo,de Francesc Mitjans. Ambos, construidos en 1962, se proyectaron en condiciones topográficas opuestas.Cala Gogó se ubicaba en una colina frente al mar, con bancales agrícolas despejados de vegetación, lo quecondujo a los arquitectos a utilizar sistemas locales para la disposición de muros de piedra y elementos desombra, aportando un sistema constructivo unitario para todo el recinto, basado en la bóveda a la catalana.Toro Bravo se encontraba en una planicie litoral y bajo un frondoso pinar con unas condiciones naturales desombra y privacidad que el arquitecto reconoció en la configuración de las parcelas y los diferentes edificios,dispersos en el paisaje como elementos escultóricos.El análisis de las obras se hace con postales y archivos originales. Se centra en el modo de implantarseen el lugar, tanto en la arquitectura proyectada como en las ocupaciones informales e itinerantes delos usuarios. Es por ello que el camping, de entre todas las tipologías de asentamiento turístico frente almar, sea quizás la que haya contribuido con mayor empeño a preservar las cualidades naturales del paisajelitoral y, al mismo tiempo, a consolidar los valores culturales de su tradición local.
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