Luis Ruiz Padrón, Enrique Bravo Lanzac
El turismo en la Costa del Sol surgió como alternativa económica al agotamiento de la actividad industrialmalagueña tras el auge experimentado en la segunda mitad del siglo XIX. Inicialmente, estas primerasiniciativas asociadas a las ideas de la ciudad balneario tuvieron un marcado carácter elitista. Sin embargo,a partir de la década de 1950 se convirtió en masivo. La apertura al exterior del régimen de Franco y la inyecciónde capital extranjero lo hicieron posible, siendo su ámbito de desarrollo primigenio el por entoncesvirgen paisaje litoral.Para su expresión formal se recurrió al lenguaje maquinista en su variedad náutica, superadas yalas referencias vernáculas que habían caracterizado las primeras arquitecturas del turismo en Málaga. Laestética del buque que inspiró al Movimiento Moderno incorpora aquí un tono lúdico, evocador de los viajespor mar y, por tanto, apropiado para una arquitectura vacacional, ahora con proyección internacional.Su vector de difusión fue la carretera nacional 340, vertebradora de la franja costera y de la colonizaciónturística de un suelo que hasta el momento había tenido un uso agrícola y forestal. El litoral de Torremolinosfuncionó como núcleo irradiador por su proximidad a un aeropuerto internacional. Es aquí dondesurgen dos iconos locales de esta modernidad marítima, separados apenas 400 metros y prácticamentecoetáneos, que vinculan estos nuevos usos del ocio al “redescubrimiento” del mar.El primero es el citado Hotel Pez Espada (1955-59), obra de Juan Jáuregui Briales y Manuel MuñozMonasterio. Representa la introducción de un tipo novedoso en su contexto; durante mucho tiempo fue unhito singular en el paisaje y se constituyó en un modelo que se reproduciría en la zona de forma profusa,aunque en raras ocasiones con la calidad del original. El otro resulta un caso más inclasificable: el BazarAladino (1953-57), galería comercial proyectada por Fernando Morilla Cabello —que ofertaba entre otrosproductos utillaje playero— en la que, dentro de su innegable modernidad, los guiños al lenguaje náutico sellevaron a la literalidad más extrema, adentrándose ya en lo kitsch.Por encima de las diferencias, ambos comparten una disposición perpendicular a la línea costera,cuyo influjo supera a otras consideraciones como las vistas o la orientación óptima. Su implantación ensuave declive hacia la playa explicita la metáfora náutica de sendos navíos a punto de zarpar [Fig. 1].A partir de la amplia bibliografía existente y de documentación inédita recientemente localizada, estainvestigación pretende incidir en cómo estas nuevas tipologías ligadas al turismo se materializan en unasformas altamente reconocibles entroncadas con la tradición moderna. Para ello, se relacionarán los casosestudiados con ejemplos equiparables del panorama nacional como las experiencias previas del Club Náuticode San Sebastián (1928-29), el Cine Barceló de Madrid (1930-31) y el Club Náutico de Vigo (1944-47),y otros del ámbito local como el Málaga Cinema (1934-35). De esta forma, se abordará la genealogía de estas arquitecturas de corte náutico que acabaron creando nuevos escenarios destinados al ocio y reconfigurandoradicalmente el paisaje litoral.
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