Los autores acometen una revisión de las ideas e hipótesis acerca del declive de la mortalidad en Europa. Plantean los problemas causados por nuestro todavía inadecuado conocimiento empírico en los perfiles de este proceso, e insisten en la necesidad de emprender investigaciones innovadoras en este campo, en particular en aquellas regiones donde nuestro conocimiento del proceso es más endeble. Evalúan la bondad y las debilidades de las explicaciones del proceso basadas, por un lado, en la mejora en el nivel de vida de la población, y, por otro lado, en la cada vez mayor eficacia de la administración de la salud publica. Al final insisten en la importancia y la complementariedad de ambas aproximaciones.
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