Santiago, Chile
Un pasivo minero constituye una obligación ambiental y de rehabilitación de áreas afectadas por la actividad minera, una vez que ésta cesa. La definición abarca la contaminación del suelo, agua y aire, la gestión de los relaves y el deterioro de paisajes naturales. Los relaves mineros, a su turno, pueden ser activos o latentes, dependiendo de si se han identificado y están siendo gestionados; o si aún representan un riesgo potencial para el medio ambiente y la salud pública.
En la actualidad, Chile enfrenta nuevos y significativos desafíos en la gestión de sus pasivos mineros, derivados en gran medida de la falta de financiamiento adecuado y serias falencias en el monitoreo y cumplimiento de las obligaciones ambientales. Pero la situación en Chile es particularmente compleja, además, no sólo por ser un área crítica que requiere una atención y mejora continua; sino, también, por la cantidad histórica de sitios contaminados y la necesidad de restaurar terrenos afectados por la actividad minera durante décadas. En la experiencia comparada, otros países mineros como Brasil, Canadá y Australia también enfrentan desafíos similares, pero han desarrollado sistemas integrales de gestión de pasivos más sofisticados y efectivos.
A pesar de contar con un marco normativo al efecto, la eficacia de éste en la gestión de los relaves mineros sigue siendo controvertida. Comparado con otros países mineros, Chile podría beneficiarse de una revisión exhaustiva de sus políticas y prácticas de gestión ambiental. La implementación de propuestas de modificación legal, junto con el uso de instrumentos de política ambiental más robustos, es esencial para enfrentar los desafíos contemporáneos y asegurar un futuro más sostenible para el sector minero.
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