Los postulados del viejo taylorismo y posteriormente del fordismo están siendo definitivamente enterrados por la ingeniería social, que está demostrando en no pocas organizaciones cómo el tener un buen ambiente de trabajo y que éste sea estimulante y retador es fundamental para conseguir los objetivos de competitividad y que es más importante, incluso, que tener un sistema perfecto de control u ofrecer una remuneración competitiva.
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