En una época de crisis donde se tambalea la hegemonía de la monarquía hispánica, Cristóbal Pérez de Herrera propone un ambicioso proyecto encaminado a sanear la sociedad cuya imagen visible será su capital, un nuevo Madrid renovado hasta en su denominación, Filípica, corte de los Austrias españoles, en la que arquitectura y urbanismo puestos al servicio del poder político crearán el marco ideal donde se desarrolle la vida cortesana.
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