Parece ser una ley en la historia que imperios y sociedades alcancen su momento de mayor esplendor en su declive. Es lo que comúnmente suele llamarse como el canto del cisne. En su momento final una cultura encuentra la fuerza para definirse con su último suspiro. Así que se lanzaron a su última batalla como hombres libres, pese a saber que iban a una muerte segura, con la certeza de que lo harían siguiendo las costumbres ancestrales de sus padres. Cualquier error u horror cometido en el pasado por Macedonia quedó lavado en el valor de estos individuos anónimos.
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