La batalla de Pidna pasaría a la historia como un ejemplo clásico de cómo una falange podía ser destruida por una fuerza aparentemente inferior. En el eterno debate sobre la superioridad de la legión sobre la falange no deben sacarse conclusiones demasiado determinantes de esta batalla. El terreno pudo jugar un papel importante, pero no en modo alguno decisivo. La falta de coordinación entre los peltastas y los calcáspidas parece haber sido más importante.
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