Paula Lozano Mulet, Pablo Neut Aguayo, Tabata Contreras Villalobos
La inclusión del alumnado de origen migrante constituye un desafío para el sistema educativo.
Sobre esto, existe una percepción generalizada que afirma la desvinculación de las familias migrantes respecto de la escolarización de sus miembros. Nuestro objetivo es discutir la consistencia de este juicio. Para ello, realizamos un estudio de casos múltiple en dos escuelas de educación primaria de Barcelona que presentan un elevado porcentaje de alumnado migrante. El trabajo de campo incluyó entrevistas y grupos de discusión con profesorado, equipos directivos y familias (con un total de 42 participantes), así como observación participante. Los resultados revelan que las familias migrantes participan activamente en la cotidianeidad de los centros, aunque lo hacen principalmente en espacios informales y autogestionados. Este conjunto de prácticas demuestra un compromiso efectivo por la educación de sus hijas e hijos, el cual se caracteriza por: i) desarrollarse en paralelo a los canales institucionales; ii) posicionarse allí donde las políticas públicas exhiben un déficit; y iii) tener un fuerte componente de género.
Evidenciar este tipo de actividades puede permitir el establecimiento de políticas públicas que fortalezcan la conexión escuela, familias y comunidad educativa, desarrollando espacios verdaderamente inclusivos y atentos a las distintas realidades y experiencias del estudiantado.
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