Al inicio de la transición sistémica de los Países de Europa Central y Oriental, se depositaron grandes esperanzas en las inversiones extranjeras directas como motor del necesario cambio estructural que debían afrontar estas economías. Unas inversiones que, además, se pensaba que acudirían de forma masiva dada la presencia de importantes factores de atracción para este tipo de capitales en estos países. Transcurrida ya una década y media desde el inicio de la transición, parece ya un buen momento para hacer un balance sólido de cuál ha sido la contribución de las IED recibidas al cambio estructural de los países de Europa Central y Oriental. Sin embargo, dada la amplitud y heterogeneidad del conjunto de estos países, centraremos nuestro análisis en seis de los incorporados a la Unión Europea (UE) en Mayo de 2004 (Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Polonia y República Checa). Para llevar a cabo nuestro análisis, hemos comparado la aportación que realizan tanto las empresas con participación extranjera como las empresas sin participación extranjera al PIB y a las exportaciones (dos indicadores de cambio estructural), dividiendo el sector manufacturero en cuatro subgrupos según sus intensidades tecnológicas, lo cual nos permitirá afirmar si ha habido o no cambio estructural y en que medida éste ha sido consecuencia de la actuación de las inversiones extranjeras directas. El artículo se vertebra alrededor de la hipótesis de que las IED han contribuido al cambio estructural de los PA pero al precio de haber generado un tejido productivo segmentado en el que se diferencian claramente un sector altamente modernizado vinculado al capital extranjero y un sector mucho más anticuado y obsoleto vinculado al capital doméstico. La causa de ello radicaría en la forma en que éstas han integrado a las empresas locales en sus redes globales de producción y distribución
At the beginning of the systemic transition in Central and Eastern Europe, foreign direct investments was regarded as the best option to finance the structural change that they need. Furthermore, Central and Eastern European Countries had a certain appeal that FDI would flock to these countries quickly and abundantly. A decade and a half after the beginning of these transitions, it is now an opportune time to take stock of how the FDI received has contributed to the structural change in these economies. However, given the scope and heterogeneity of the countries in Eastern and Central Europe, we shall centre our analysis on six of the countries that joined the European Union (EU) in May 2004: Czech Republic, Estonia, Hungary, Poland, Slovakia and Slovenia. To undertake this analysis, we shall compare their results on two of indicators of structural change (contribution to GDP and exports) between the companies with foreign capital (Foreign Investment Enterprises, FIE) and companies without foreign ownership (Domestic Enterprises, DE) by industrial groups defined according to their technological intensities. The paper centres on the hypothesis that FDI has contributed positively to the structural change in the EC, but at the expense of having generated a segmented manufacturing system in which there is a sector linked to foreign capital clearly modern and another, linked to domestic capital, older than first. The cause for this seems to lie in the strategy implemented by the multinationals and in the way they integrate local companies into their global production and distribution networks.
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