Javier Garcia Garcia
, Álvaro Elices Acero
, Juan María Prieto Lobato
, Pablo de la Rosa Gimeno
Introducción. El envejecimiento poblacional representa uno de los grandes desafíos contemporáneos, especialmente en áreas rurales donde la provisión de cuidados sociosanitarios se ve condicionada por factores como el aislamiento social, la amplia dispersión geográfica y la escasa accesibilidad a los recursos. Frente a esta problemática, Rural Care surge como un proyecto piloto destinado a promover un modelo integrado de cuidados domiciliarios de larga duración para personas mayores residentes en el medio rural. El proyecto fue financiado por la Unión Europea bajo el programa EaSI y ha sido implementado entre octubre de 2020 y septiembre de 2023 en Castilla y León (España). Objetivos. 1) Presentar los fundamentos del modelo de cuidados implementado en el proyecto Rural Care, 2) describir su puesta en práctica, y 3) exponer sus aportaciones, aprendizajes, dificultades y posibilidades de transferencia para el Trabajo Social internacional. Descripción de la práctica. Del modelo de cuidados implementado en el proyecto Rural Care destaca, en primer lugar, la metodología empleada, la cual combina intervenciones que articulan servicios sociales y sanitarios garantizando un enfoque integrado y personalizado a través de herramientas como el proyecto de vida o el plan de cuidados sociosanitarios. La segmentación por hogar de riesgo se ha convertido en otro elemento clave al permitir ajustar la intensidad y tipo de apoyos proporcionados según variables clave como la autonomía personal, la composición familiar, el estado cognitivo y el grado de dependencia. Otro aspecto innovador es la amplia variedad y tipología de apoyos que han sido prestados, entre los que se encuentran la provisión de tecnologías asistenciales avanzadas, la asistencia personal o el desarrollo de estrategias comunitarias destinadas a promover la participación social de usuarios y familiares. Por último, conviene destacar los diferentes roles desempeñados por los profesionales del trabajo social, quienes se han convertido en los principales responsables del éxito del proyecto al asegurar la integración efectiva de servicios, la planificación personalizada y la dinamización comunitaria. Reflexión crítica. La integración sociosanitaria promovida en Rural Care ha reducido la fragmentación tradicional y ha generado sinergias entre agentes públicos, privados y comunitarios. La segmentación por hogar de riesgo ha facilitado la planificación eficiente de apoyos, mientras que la tríada de apoyos (personal-comunitario-tecnológico) ha permitido el incremento en la autonomía y la seguridad domiciliaria. Entre las dificultades transferibles figuran la escasez de profesionales cualificados en zonas rurales y la volatilidad económica derivada de la propia naturaleza del pilotaje; superarlas requiere incentivos laborales y marcos financieros plurianuales estables. Conclusiones. Rural Care demuestra la viabilidad de un modelo domiciliario, integrado y basado en derechos, capaz de garantizar que las personas mayores envejezcan en su entorno con dignidad y calidad de vida. Sus resultados y los elementos clave del modelo implementado ofrecen buenas prácticas transferibles a regiones europeas y latinoamericanas con retos demográficos análogos. Se recomienda seguir profundizando en la evaluación longitudinal de este tipo de experiencias y aumentar los esfuerzos investigadores y la cooperación académica internacional para consolidar evidencias comparadas y perfeccionar la respuesta global al desafío del envejecimiento.
Introduction. Population ageing represents one of the major contemporary challenges, particularly in rural areas, where the provision of social and health care is constrained by factors such as social isolation, wide geographical dispersion, and limited access to resources. In response to these challenges, Rural Care is a pilot project designed to promote an integrated model of long-term home care for older people living in rural settings. The project was funded by the European Union under the EaSI programme and was implemented between October 2020 and September 2023 in Castilla y León (Spain). Objectives. 1) To present the fundamentals of the care model implemented in the Rural Care project, 2) to describe its implementation, and 3) to present its contributions, lessons learned, difficulties and transfer possibilities for international Social Work. Description of the practice. A key feature of the Rural Care model is its methodology, which combines interventions that integrate social and health services, ensuring a personalised and holistic approach through tools such as the life project and the socio-health care plan. Risk-based household segmentation has become another essential component, enabling the adaptation of support intensity and type based on key factors such as personal autonomy, family composition, cognitive condition, and degree of dependency. An additional innovative aspect is the wide range and diversity of support provided, including advanced assistive technologies, personal assistance, and community-based strategies aimed at fostering the social participation of users and their families. Finally, the various roles assumed by social workers should be highlighted, as they have been central to the project's success by facilitating service integration, personalised care planning, and community engagement. Critical reflection. The integrated social and health care promoted by Rural Care has reduced traditional fragmentation and fostered synergies among public, private, and community stakeholders. Household risk segmentation has improved the efficiency of support planning, while the support triad (personal–community–technological) has enhanced autonomy and home safety. Transferable challenges include the shortage of qualified professionals in rural areas and the financial instability inherent in pilot initiatives. Addressing these issues requires employment incentives and stable, multiannual funding frameworks. Conclusions. Rural Care demonstrates the viability of a home-based, integrated, rights-oriented care model that enables older people to age in place with dignity and quality of life. Its outcomes and the core components of the model provide transferable good practices for European and Latin American regions facing similar demographic challenges. Continued longitudinal evaluation, increased research efforts, and enhanced international academic collaboration are recommended to build comparative evidence and strengthen the global response to the ageing challenge.
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